Roberto Blaga es un profesional de la informática, es un poeta, un hombre solitario y también un alcohólico en la etapa
terminal de su carrera etílica. En el lance de dados, todos los pronósticos de librarse de esta enfermedad perniciosa, le
son adversos. El espíritu de Blaga entonces transita por esos escondrijos de la mente que trata de librarse de
un destino anunciado. En medio de esa búsqueda la lectura de un pasaje de el Libro parece encender en él un atisbo
de esperanza; un rayo de luz que explota y lo hace vivir en el mero momento de un fondo abismal e insalvable.
Ignacio García utiliza la mente de Blaga para procesar una escritura deslumbrante, llena de visiones súbitas y poesía
en su más pura esencia; punto aparte de compartir sus conocimientos del problema del alcoholismo en sus variantes psicológicas,
psiquiátricas, médicas y, sobre todo, del ser que sufre y sacude bajo los efectos de este mal que Carl Gustav Jung reconoce
como un espíritu de doble ánimo y personalidad.